Estoy corbacho

Creo me he pasado de la raya y me he encorbachado.

En condiciones normales, soy un ferviente defensor de los derechos de los trabajadores, de un Estado del bienestar que garantice un sistema de prestaciones sociales potentes y de promover unas condiciones de trabajo dignas.

Hoy no es el caso, mi corbachera me he hecho darme cuenta de que el trabajo te hace crecer como persona. El trabajo dignifica y lo correcto es defender el retraso en la edad de jubilación. Y es que hay que tener en cuenta que los humanos tendemos a ser perezosos y a aprovechar cualquier circunstancia para quedarnos en la cama y no ir al curro (esto se conoce desde tiempos de Luís Aguilé). Muestra de esta vaguería la tenemos en los más de cuatro millones de individuos que engrosan las listas del paro. Es inconcebible que los ciudadanos de bien que nos esforzamos y acudimos todas las mañanas a trabajar tengamos que costear sus prestaciones y subsidios de desempleo.

Mi corbachera no me permite entender como algunos ven vergonzante la propuesta socialista de aumentar la edad de jubilación a los 67 años de edad. Qué mejor regalo puede tener la clase trabajadora de este país de permitirles permanecer en el tajo un par de añitos de propina. Es más, habría que complementar esta medida con alguna otra ya propuesta en las filas socialistas europeas hace algún tiempo. Por ejemplo, no estaría de más que se aumentase la jornada laboral a 65 horas semanales.

Mi corbachera me hace renegar de la postura que defiende salir de la crisis sin retroceder en derechos sociales como el propio Zapatero ha dicho en algún momento. Hay que recordar que el propio Corbacho hace menos de un año estaba “radicalmente en contra de retrasar la edad de jubilación” (Ver Moscas en la Sopa) pero ya sabemos que Don Celestino tiene personalidad flexible y donde dijo digo, dice ahora Diego.

Mañana se me pasará la corbachera y volveré a estar lúcido. No me cuadrará que se trate de aumentar la edad de jubilación habiendo tanto desempleo, cuando parece que lo lógico sería repartir el trabajo. Volveré a las andadas y a reivindicar la jornada laboral de 35 horas semanales y las condiciones de trabajo dignas. Pondré en evidencia la contradicción de que los mismos que dicen que el sistema de pensiones es insostenible contemplen como positivo bajar las cuotas de la seguridad social.

Pero…hoy estoy corbacho y es que tengo muy mal beber.